martes, 28 de noviembre de 2017

Sólo dos ojos que miran
hacen visible la ciudad que no veo.

Los ojos de una costurera
se me llevan prendido hacia un portal helado.

La tabaquera humilla mis hebras
tiradas por el suelo como plantas
de intelectualidad.
                       
                        Era óptica
sin embargo mi ayudante.
El periodo más longevo
de mi vida laboral.
                        En sus dos ojos
se me mostraron los colores
de las flores, sólo por sus dos ojos
sabía los colores de las flores.
Así, la ciudad que no veo
colmada de dogos
sin correa, gatos
siameses, ardillas
de cola gigantesca,
se repletó una vez de colores
de flores incendiadas
y en el aire invisible de la noche
podía dibujar auroras, constelaciones, nebulosas.

Dos ojos que miran sólo
hacen posible esta, mi ciudad rasgada.

1 comentario:

  1. Rasgando vestiduras, me resulta fantástico y tan crudo como realista (aún a su pesar, más allá; incluso futurista) o de principios de siglo...pasado.
    Chapeu, coma dicían acolá, na nosa terra...
    Saúde :|´

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