viernes, 27 de septiembre de 2013

Batania

Ser tan osado como Batania,
hacer pintadas en paredes públicas
y no cortarme nada de decirlo.
Me imagino pintando, a todos lados
mirando... Me pillaba la poli, seguro!

O ser tan bárbaro como
los escritores bárbaros: cagar
cada esquina del papel... es una pena
que no me guste nada esa palabra,
cagar, me huele feo feo,

rato de angustia y pánico. Y tan ser
destensado como Julio,
expuesto al escarnio y la vergüenza,
seguro de mis convicciones...
Ya sé, lo sé, la gente

estaría conmigo,
no tiene por qué darme miedo.
No es que no lo crea, es sólo
que nunca se me ha dado bien,
tenerlo todo tan claro, exclamativo.

Acaso es tu palabra favorita, me han dicho..
puede ser. Disfruto
escuchando el mar de la gente,
la crecida de sus olas que llena
mis orejas de transparente y verde rumor,

acaso también de cieno y caca.
Se está rebelando, la gente, oigo que dice
Batania por ahí. Esto es seguro...
Es el motín del Caine, faltaba, o de la Bounty,
a tantos capitanes convendría

cagarles el bote.
Pero oigo también que dicen
otros qué rebelde y osada es Esperanza
Aguirre... Es paradójico, no me negarán
-¿tan osados como quién?-, lo que absorben

y parecen tantos...
Va a ser que mi problema está en las orejas,
que no se trata de atreverme
a gritar que me quedo en la isla
de Pitcairn, si no de no escuchar a capitanes sin escrúpulos

ni por supuesto a tripulaciones sin oído.

[A Batania me lo encontré en la radio, Cadena Ser, creo que entre la una y las dos, los lunes o los martes -perdonen la imprecisión-, la semana pasada.

http://batania.blogspot.com.es/

Los escritores bárbaros, y Julio Achútegui -que es uno de ellos-, son unos amigos que dicen que hacen cosas que luego no hacen -bueno, quizá en el váter, cuando no les veo, y sólo con quien se lo merece-.

http://losescritoresbarbaros.blogspot.com.es/

http://julioachutegui.blogia.com/

Del otro personaje mentado no les voy a decir nada. No merece la pena por desgracia.

Todos ellos tienen en común una capacidad de gritar superior a la mía, cosa que les agradezco. (Claro está, más a unos que a otra, por si no me salió suficientemente claro -que agradeceré que me lo digan-.)]

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Achútegui el sábado

Las personas felices están
en peligro de extinción.
Están me excluye
del grupo de personas felices.
Es tan
trágico.

Están en peligro de extinción
porque hoy lo están
-felices-
pero mañana podrán
no estarlo 
-felices-
o no estar.
Feliz es
un estado.
Persona no.

Las personas están felices
en peligro de extinción.
Están en un estado
finito
(como cualquier Estado)
de existencia,
felices
porque se sienten únicos.
Yo no.

Yo no porque están me excluye
-como antes-
del grupo de personas felices
o
-como ahora-
del grupo de personas en peligro
o
-como puede que mañana-
del grupo de personas.

Yo soy único.

Este poema tan exclusivo
-paradójicamente
así es-
así me hace.

(Por tanto me hace feliz
y por eso estoy en peligro
de extinción).



[Julio Achútegui es un amigo bárbaro que escribe poemas clásicos y parece gritar en cada verso que no lo sabe, aunque yo sé que sí, que lo sabe de sobra y que le sobra saberlo pese a todo.
A veces sólo necesita un abrazo. A veces sólo necesita que le animen. A veces necesita que esas veces se vuelvan siempres. Para no estar siempre buscando a veces.
Esas palabras fueron suyas -igual que las felices-, yo sólo he adaptado los pronombres. Ahora son de todos y todas porque ha decidido publicar su libro Avizor, de edición propia, dentro de la colección Los escritores bárbaros. En realidad fueron siempre de todos y todas, pero ahora más aún. Yo he sacado de allí las palabras felices, por ejemplo, también.
Las presenta este sábado, junto a otra creadora de textos, de quien no les hablo simplemente porque no la conozco (disculpa, Marisol). Quizá lo hacen para evitar el mencionado peligro de... Es lo suyo.
El caso es que Julio Achútegui me ha dicho que le gustaría que fueran a verles. Como será sábado todo el día, y el ambiente será, seguro, simpático, no lo piensen mucho. Si tienen un rato...


 

viernes, 13 de septiembre de 2013

No se dice en los papeles del psicólogo

Actitudes, inercias, circulares
pasiones sin sitio en los papeles.
O mejor: fuera de sitio. Parecen mares
revueltos, agitando las pieles
de los contrarios.
Y allá manteles sacudidos.
Las sobras, en los bares, de aperitivo.

¿Y después de comer? A los cuarteles
de invierno. Las forman militares
aburridos y en hoteles
de miedo, con pesares
proyectando sombras
rugen, acechan sus encíclicas sin alma,
tanteándonos la calma cada vez.

Cada vez más manteles, más papeles, más enseres...
y más que lo estudiemos no
nos sirven
para encajar el mar.
El mar revuelto que todo lo empalma.
Será un yin yan si queremos. Si no,
no será nada. Un prefacio vacío.

martes, 10 de septiembre de 2013

El mar, la nieve, el sol

Traigo tres pequeñas joyas que un poeta portugués, Eugénio de Andrade, nos deja leer y sentir, en su lengua mejor -no es tan difícil-; les dejo el apoyo por si acaso.




[Las extraigo del libro Oficio de paciencia, editado por Hiperión en edición bilingüe en 1995, el año siguiente a su primera edición portuguesa. Espero que les gusten.]

jueves, 5 de septiembre de 2013

Memorable

Fuime hace cuatro meses
y cuatro días
y un suspiro
memorable que tuve
que lanzar para aguantarlo
el verano: me vino encima como una losa
del muerto que era o que soy
y no pude levantarme
de debajo de mi cuerpo
no de ido pero de marchado
no por desinterés desilusión desánimo ni
por cansancio sí por concentración
de la energía mental en otro asunto:
el asunto infinito:
el asunto sudoroso:
la construcción de una pirámide o la destrucción de un suspiro.

Hace cuatro meses
y cuatro días
y el suspiro
que fuime, pero vuelvo
en este acto con esperanza ninguna
y ganas muchas de vida en lo que de silencio me quede
en la mollera vacía.
Concuriosacontradicción en mis adentros.
Tanto que aguantar tuve para lanzarlo
que como una losa me había venido encima
de la energía mental
y ahora va regresando poco a poco.
Pero no se lo digan a nadie
porque inenarrablemente me confundirían
con otro más energético
peor encajado en un asunto que no existe: la construcción de la pirámide.

Digan si acaso que nunca me fui.
Porque será memorable la destrucción del suspiro.